Tras estos años mandándote mensajes con contenido de valor, de compartir nuestra visión de la industria contigo y, de alguna manera, de andar juntos este camino, nos gustaría contarte cómo empezó todo.
Porque es el motivo por el que hemos forjado nuestra relación este tiempo y porque estamos cerca de conseguir aquello por lo que un día comenzamos a trabajar:
Una aplicación de data que diera la posibilidad de medir el crecimiento, comportamiento y datos de los oyentes y seguidores de los artistas musicales, permitiendo a los promotores musicales organizar conciertos más rentables.
Los inicios
Comencé en la música como muchos, con mi propio grupo, en Sevilla. Montando conciertos para mi banda me di cuenta de que no quería estudiar 4 años de carrera y mucho menos hacer otra cosa que no fuese relacionada con este mundo de la música.
Me enamoraron su gente, su emoción, su motivo. La música comprende partes de nosotros que no se pueden explicar con palabras, y esta es una de las cosas más parecidas a la magia que haya conocido en mi vida.
Monté mi primera empresa de producción de eventos con 19 años, Black Lotus Party, con unos buenos compañeros de viaje y nos pusimos manos a la obra. En concreto el sector de los eventos me atraía mucho, con todo su riesgo y adrenalina asociados.
Poco después comencé a trabajar en una promotora de la ciudad, Microlibre, donde gestionábamos 4 espacios de espectáculos, licitaciones y otros eventos puntuales. Yo me encargaba en concreto de la contratación artística de dos de los espacios y de las campañas de publicidad. Era duro compaginar tanto trabajo, pero realmente amaba mi vida porque hacía lo que quería y sentía que crecía profesionalmente a una velocidad de vértigo.
Salta la chispa
En todo este tiempo me había planteado muchas veces el por qué era tan duro este camino de la música, y un año antes de dejar la empresa ya tenía claro que toda la complejidad del sector parte de la incertidumbre de la audiencia. Si pudiésemos saber cuántas entradas va a vender un cartel o cómo van a crecer los artistas en los próximos años, nuestra industria sería un paraíso tranquilo y placentero.
Lógicamente esto es un ideal, pero sirve para marcar la hoja de ruta, y es que en aquel tiempo (e incluso ahora), los promotores nos gastábamos miles de euros en contratar a un artista sencillamente por que habíamos escuchado sus nombres muchas veces en la radio, o por estar en boca de todos, o por crecer mucho en redes sociales. Pero nunca por la certeza real de cuál es su influencia real en una ciudad.
Drop.Show y el Big Data Musical
En ese momento dejé mi trabajo y me decidí a crear Drop.Show, un sistema de Big Data que permitiese comprender las audiencias de los artistas para poder reducir los riesgos de la industria.
Porque un artista que vende 500 entradas es rentable si actúa en un espacio de 500 de aforo, pero no lo es si está actuando en un espacio de 2.000.
Porque hay una enorme cantidad de artistas pequeños que están creciendo muy rápido, pero ningún promotor le da la oportunidad en el momento correcto al no saber de ellos ni de su trayectoria.
Decididos a alcanzar este propósito, se unieron al camino Jose, con toda la comunicación; Armando, haciendo que la aplicación web sea realmente práctica y útil; Moisés, dirigiendo la parte técnica; Carlos, ordenando la data… y bastantes más personas con cuyos nombres no te quiero aburrir, pero a las que les estoy igual de agradecido por habernos acompañado en este camino.
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